miércoles, 15 de octubre de 2008

Monumento al Ejército de Africa, inaugurado en Melilla el 6 de septiembre de 1931


Juan López López

Noticia de un escultor melillense: Juan López López










Hoy es un día de suerte. Recibo contestación de María Rosa, hablo con el hijo del escultor Juan López López, converso unos minutos con Simi Chocrón, pero, sobre todo, el periodista Antonio Rubio se muestra de acuerdo con la propuesta de celebrar el centenario de un escultor melillense.
El escultor Juan López López nació el 1 de Septiembre de 1909, en la calle de Medina Sidonia nº 2. En 1915, marchó a Madrid con su padre, Juan López Merino. En 1927, estudia con una beca de la Junta Municipal en la capital de España.

Madre España y Madre Patria

El 2 de Octubre de 1930, El Telegrama del Rif da a conocer los proyectos que se han presentado para el concurso de un monumento al Ejército y españoles muertos en África:”En el salón de Vocales de la Junta Municipal, siguen expuestas, según anunciamos, diez maquetas de otros tantos artistas que en unión de tres planos de los que no lo han presentado integran los proyectos para el concurso del monumento que ha de erigirse en la Plaza de España al Ejército y españoles muertos en África.
La primera maqueta, proyecto número 4 del concurso, es obra del joven escultor don Juan López López, pensionado de la Junta Municipal, sintetiza su ideal en estos términos: La Victoria laureando a un soldado símbolo del Ejército de España. Matrona que lloró la perdida de sus hijos muertos en la guerra, para ofrecer más tarde generosa a nuevas generaciones, la Cultura y el Progreso. Se ha inspirado en la admiración y el respeto que debe ofrecer el hecho glorioso y no la congoja o la tristeza que pueda brindar un recuerdo macabro. Para conseguir tal efecto, destaca valores del arte clásico, grandes masas donde dominan la verticalidad y la altura, unidas a la expresión que lleva el conjunto de movimiento general, como de avance, por ser el avance de la civilización el fin del sacrificio del Ejército. El obelisco central determina simbólicamente la presencia de nuestra Historia, con sus edades antigua, media y moderna, derramando siempre amplia y bella corriente civilizadora entre el pasado y el futuro, que quieren significar los muros laterales, con dos bellos bajo relieves; la Madre España llorando la pérdida de sus hijos y la Madre Patria derramando cultura y progreso a las nuevas generaciones, íntimamente unidos españoles y autóctonos. La altura del monumento es de catorce metros.
La maqueta número 7 es de don Francisco Palma, escultor académico de la Real de Bellas Artes de Málaga, y autor del Monumento al Comandante Julio Benítez, inaugurado el 11 de Febrero de 1926.
La maqueta número 8 es de don Emilio Manescau, pensionado también de la Junta Municipal. Sobre la base y en la parte central, entre dos fontanas va adosado un sarcófago, simbolizando al soldado desconocido.
La maqueta número 10 es del ingeniero-arquitecto don Antonio Fernández Muñoz.
La maqueta número 11 es de don Servando Camúnez.
La maqueta número 12 es de don Antonio Colón.
La maqueta número 14 es de don Juan Luis Vasallo, escultor madrileño.
El jurado calificador se ha reunido estudiando detenidamente todos los proyectos.Según nuestros informes, solo hay cinco proyectos que se ajustan al presupuesto, excediendo los demás de las ochenta y nueve mil pesetas a que este asciende”. Y el 9 de octubre, la Comisión Permanente de la Junta Municipal da a conocer el fallo:”Se da lectura al informe de la Comisión nombrada para efectuar un detenido estudio de las Memorias, planos y maquetas remitidas por los concursantes para la creación de un monumento al Ejército español en África, que propone en primer lugar el proyecto de don Juan López López, en segundo lugar el proyecto de don Francisco Palma, tercer lugar el proyecto de don J. Ortega Martín y don Diego García Carreras, en cuarto lugar el proyecto de los anteriores escultores, y quinto lugar, el proyecto de don Emilio Manescau.Siendo Presidente de la Junta Municipal, don Cándido Lobera Girela y secretario de la misma, don Carlos Echeguren Ocio.
Se acuerda de conformidad con la propuesta conceder la confección del monumento al proyecto de don Juan López López.
El señor Lobera da las gracias en nombre de la Corporación, a los autores de los diversos proyectos que han acudido al concurso para rendir homenaje al Ejército que en África proporcionó días de gloria a España.
Se felicita de que se haya adjudicado a un escultor hijo de Melilla, cuyo proyecto además ha merecido entusiastas elogios por el juicio público”
El soldado que miraba al Gurugú

El 19 de Octubre de 1930, encontramos una interesantísima entrevista que le hacen en "El Telegrama del Rif". De ella, extraemos:
El primero de Septiembre ha cumplido veintidós años. Nació, como ya se dijo, en el número 2 de la calle Medina Sidonia, y a los seis años marchó con sus padres a Madrid.
Desde muy niño sintió la afición por la escultura. Teniendo doce años tropezó con un muchacho que moldeaba y vendía por las calles madrileñas, figurillas de personalidades célebres y él fue su iniciador. Luchó con los autores de sus días, que querían siguiera una carrera; más al fin, comprendiendo sus aptitudes, lo encaminaron por esa senda en la que está llamado a conquistar grandes éxitos. No le gusta ser expositor; modestamente dice que es muy pronto para concurrir a exposiciones, y además, crean éstas grandes enemistades y odios y él quiere tener muchos amigos. Los colosos de la escultura señores Benlliure, Macho e Higueras pidieron la beca que disfruta.Se la concedió la Junta Municipal y renovará seguramente el Ayuntamiento, ampliándola para que pueda trasladarse a Roma. Se ha creído en el caso de acudir a la Exposición melillense, por su condición de pensionado y por su amor a Melilla, sin ninguna otra finalidad. En la ejecución del Monumento ha puesto toda su alma, trabajando durante ocho meses, diez, doce y hasta catorce horas, labor extraordinaria, cedida con altruismo a la ciudad y en honor a la idea que simboliza. Corona el obelisco, como sí con sus grandes alas hubiera atravesado el espacio infinito, la estatua alegórica de la Victoria, lanzando un haz de laureles sobre aquel soldado, símbolo del Ejército de España, que en actitud serena y briosa mira al Gurugú regado con sangre de nuestros hermanos.
El 6 de Septiembre de 1931, en plenas fiestas patronales, se inaugura su Monumento a los Héroes y Mártires de las Campañas (también llamado Monumento al Ejército de África), en la Plaza de España de Melilla.
Dos días más tarde, el Telegrama da cuenta de la inauguración. Se cuenta que el general García Boloix tuvo para él palabras gratas y que el Alcalde, Antonio Diez, hizo notar el rasgo generoso de no haber querido percibir más que el importe material del Monumento, prescindiendo de su labor.

Una vida anónima

El 17 de Julio de 1936 estalla el Alzamiento Nacional en Melilla. El escultor se encuentra en Madrid.
Durante la Guerra Civil, Juan López López y su familia se trasladan a Valencia y, posteriormente, a Barcelona. Finalizada la Guerra Civil, el escultor y su familia están en Barcelona.Su padre, Juan López Merino, uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa de Melilla (1913), desempeñó durante la Guerra Civil el cargo de administrador del diario comunista "Mundo Obrero".
Pasados los años, poco sabíamos sobre el devenir biográfico del escultor melillense.La Asociación de Estudios Melillenses publicó hace unos años unos "Cuadernos de la Historia de Melilla", revista en la que el profesor José Mejías le dedicó un interesante artículo al monumento de la Plaza de España.
Hace unos días, hago una propuesta de celebrar el centenario del escultor melillense.Va dirigida a la Asociación de Estudios Melillenses y, en particular, a su presidente, Jesús Sáez, quien apoya esta propuesta, pero dentro del cauce de los órganos estatutarios de la Asociación.
Hoy, después de tantos años, hablo con el hijo del escultor. Lleva el mismo nombre de su padre, tiene 74 años y reside en Madrid, donde se ha dedicado a la industria del doblaje de películas. Me informa de que su padre se casó cuando tenía 25 años y falleció a la edad de 79 años en Barcelona. Terminada la Guerra Civil, continuó trabajando como escultor en Barcelona, aunque no podía firmar y le pagaban una miseria por sus obras. Fue la suya una vida anónima.
La propuesta de celebrar el centenario del escultor melillense no es un brindis al sol.

José Marqués López

sábado, 4 de octubre de 2008

viernes, 3 de octubre de 2008

Luis Barrena, el diputado por Melilla olvidado

HOMENAJEADO EN GALICIA, OLVIDADO EN MELILLA.
Luís Barrena, diputado por Melilla durante la República, recibe un homenaje en el lugar donde fue ejecutado.
CARLOS ESQUEMBRI HINOJO.
Gracias a María Soledad, hija de Luís Barrena, volvemos a conocer en Melilla nuevos datos sobre su padre. Esta vez se trata del homenaje que se le tributó junto a otras cinco víctimas de la represión franquista de la comarca de Outes, provincia de La Coruña. Estas personas fueron Cipriano del Rey, Pedro Priegue, Máximino Martínez, José Álvarez, Libertad Alonso, que eran maestros nacionales que ejercieron en esas tierras, y Luís Barrena que se encontraba veraneando en Muros al producirse la sublevación franquista. El homenaje consistió en la inauguración de un monolito de piedra de 1,8 metros de altura con una placa con los nombres de los ejecutados en el lugar conocido como A Coviña, situado en las afueras del pueblo de Outes. Este acto fue organizado por la asociación Terra de Outes y se realizó el 21 de agosto de este año, al cumplirse setenta y dos del asesinato de Luís Barrena. Podemos seguir esta noticia en la edición digital de “La Voz de Galicia” de los días 14,18 y 22 de agosto.
Luís Barrena fue elegido diputado en febrero de 1936 en representación del Frente Popular de Melilla. Obtuvo 12.761 votos mientras que su rival Carlos Echeguren obtuvo 4.830. Esto significa que Barrena recibió el 72,5 % de los votos válidos que correspondían al 45,6 % del censo electoral de nuestra ciudad. Casi la mitad del censo votó por Barrena y las ideas de izquierda que representaba el Frente Popular y por las que dio su vida.
Profesionalmente, Barrena se dedicó a la abogacía donde consiguió cierta fama y renombre por su participación en casos que tuvieron gran resonancia mediática en su época como la defensa de Pablo Arcos, una persona con sus facultades mentales mermadas, según diagnóstico de los peritos médicos, pero que fue condenado a muerte por el asesinato de uno de sus hijos, un niño de corta edad, en el llamado Caso de Maudes. Barrena defendía el que Arcos fuera recluido en una institución mental y denunció las irregularidades del proceso seguido contra su defendido. Los alegatos y recursos que Barrena presentó ante los tribunales, incluido el Supremo, fueron muy aplaudidos por la prensa especializada y dieron pie a un libro escrito por Barrena titulado “Una condena a muerte. El Caso de Maudes” que se publicó en 1925. En 1929 participó como acusación particular en el juicio por el asesinato de María Burgos, una pobre mujer del pueblo de Morata de Tajuña, en un caso de lo que hoy conocemos como “violencia de género” y en el que se pretendía exonerar de culpa a su marido y asesino alegando que se vio “obligado” al crimen abrumado por las sospechas de una supuesta infidelidad de María, infidelidad que, además, no se pudo demostrar. En 1930 tomó parte en un juicio de “altos vuelos” como fue el que se celebró a los presuntos cómplices de la huida del conde de Moral de Calatrava, un aristócrata condenado por falsedad documental en relación a la quiebra del Banco de Castilla y que era suegro de Miguel Maura, hijo de Antonio Maura, líder del partido Conservador y varias veces Presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Miguel, por el contrario, sería ministro de gobernación en el Gobierno Provisional de la República. Barrena consiguió la absolución de su defendido. Por último citaremos su defensa del general García de la Herrán, segundo de Sanjurjo en la intentona golpista del 10 de agosto de 1932, en el juicio sobre esos hechos.
Querría comentar aquí que María Soledad telefoneó hace unos días a Pepe Marqués para hablarle de todo esto y comunicarle que pasará unos días en Galicia visitando los lugares en que veraneó en su niñez, una niñez que se vio truncada por la tragedia del asesinato de su padre, que fue sacado de su casa por un grupo de falangistas en la noche del 21 de agosto de 1936. A la mañana siguiente encontraron su cadáver con dos tiros en la cabeza en el lugar donde hoy se levanta el monolito en su memoria. Soledad, aunque han pasado setenta y dos años de aquel asesinato, ha podido ver como la memoria de su padre se recupera del olvido y recibe un merecido homenaje.
¿Podremos ver alguna vez en Melilla un homenaje a las víctimas del franquismo de nuestra ciudad? Unas personas que, incomprensiblemente, siguen siendo los grandes y verdaderos olvidados de nuestra Historia. Aunque habría que señalar que en la Melilla franquista no sólo se condenó al olvido a los ejecutados por ser izquierdistas o por oponerse a la sublevación militar, sino que personas como Carlos Echeguren, secretario del Ayuntamiento y elegido diputado por nuestra ciudad en noviembre de 1933, fue igualmente condenado al olvido pese a ser víctima de la represión izquierdista en Madrid ya que no se le perdonó su defensa de la República y la democracia desde una posición política centrista.
Por último, hay que felicitar a Pepe Marqués que, en estos días, ha recuperado del olvido las figuras del dramaturgo melillense Juan López Merino y de su hijo el escultor Juan López, autor del monumento de la Plaza de España. Un monumento que, seguramente, es el más querido por los melillenses.